viernes, 6 de marzo de 2020

Sin título porque esto apenas comienza


Y ahí iba borracho como casi todos los días, en las noches me arrunchaba con la
melancolía y en el día me rodeaba con personas que ni me sentían.

Vagando por la ciudad con la única compañía no más que mis fotografías, pensando si en
algún momento llegará el fin de todas mis vidas. Caminando hacia lugares a los que
siempre iba; sentándome en la misma mesa a ver por la abertura que dividía la puerta y
doña Leonildita.

Mi vida parece un tráiler de película, cambiando de una escena a otra sin sentido,
haciendo eterno el estreno, para que cuando muera se vuelva un éxito.

Estar lleno de historias no es tan bueno, aunque por lo menos así esto no es tan aburrido.
Contando momentos buenos y otros que mejor los olvido, me la pasó inventándole un
cuento de más para impresionar a los que anda por la vida inadvertidos.

Normal, es lo que dice la gente cuando en realidad no ha vivido, encerrado dentro una
pantalla todo el día se las dan de pillos, sus armas no son más que dedos en movimiento,
pero que, al momento de enfrentar y moverlos en pleno aguacero, las esconden porque
no son más que eso.

Hoy me voy a coger mi rumbo al son de un fa sostenido, a mirar por la ventana mientras
pasa un milenio y un leve pensamiento de remordimiento.

Este pecho se va a enfrentar otro mundo, porque el real se le hizo añico. Entre botellas y
un poco de humo, la vida se le fue en un disparo, no por maleante o presumido, solo por

confiar en los que decían que eran sus amigos.

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