jueves, 5 de marzo de 2020
Con los botines puestos
Con las botas puestas
Me levanté con la amarilla puesta, de camino al trabajo solo pensaba en qué carajos
iba a pasar cuando se acabarán los 90 minutos. Solo pensaba eso y en
absolutamente nada más.
Llegó la hora y los 11 estaban parados como guerreros antes de una batalla final; los
vecinos, los enemigos, los negros, los blancos, los de arriba, los de abajo, los del sur
y todos nos convertimos en uno solo.
Rodó la pelota y la tierra del bambuco y el mapalé quedó paralizada en una sola
mirada. La camiseta no fue excusa y nos paramos como leones por su presa,
corríamos hasta las que no debíamos, pero el juez se puso la camiseta roja y empezó
a hablar en británico; nadie entendía y no porque no se supiera, sino porque parecía
que odiará a los de Necoclí y Guachené.
Una mala pasada volvía a reaparecer en nuestra roca, se infló la red y por primera vez
este país se puso de acuerdo en algo… quedar en silencio tras el disparo.
Siempre he dicho que lo más original de nosotros es la alegría y esa forma de reírnos
por la desgracia que nos pasa, es como una Pony Malta con pandebono o esa forma
de empezar una conversación con una Aguila fría. El caso, el negro más feliz y
gigante, no solo en altura de nuestra selección, se suspendió en el tiempo, espacio y
en la cancha, cabeceó como deberíamos hacerlo siempre en el sexo, duro y al piso.
Se fueron los 90'; y pasó lo que desde la mañana no sabía, Colombia podía vencer a
los ingleses y hacer historia, aunque ya la habíamos hecho. Los 15 y 15 se fueron
como si hubieran pasado tres partidos. Nos fuimos a disparar desde los 11 y cada gol
se celebraba con el alma, los abrazos de gol fueron los más fuertes que nos dimos,
todos nos unimos por un solo motivo, pensé en ese mismo momento que ojalá así
fuera todo, para cambiar el país, para votar, para unirnos contra la guerra o el hambre,
porque tenía que ser el fútbol el de amores y odios, porque el fútbol tenía que ser el
único con ese poder.
El partido termino con victoria para los ingleses, como todo el mundo lo había
predicho, solo que esta vez le demostramos a las estadísticas, que los favoritos
pueden terminar viendo el mundial desde sus casas.
Como diría mi viejo, perdimos pero con las botas puestas.
¡Salud que nos queda el Tour!
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